Casas incendiadas y drones armados: la nueva cara de la violencia en Sinaloa

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Un rancho quemado en La Higuerita, Culiacán.

LANOTA.-  La última semana de octubre fue un infierno para los habitantes de Culiacán y las montañas de Badiraguato. Lo que comenzó como una serie de enfrentamientos aislados entre grupos del crimen organizado terminó por convertirse en una ola de ataques coordinados contra viviendas, ranchos y residencias que dejó a la capital sinaloense sumida en el miedo.

De acuerdo con el diario Reforma, la pugna entre las facciones del Cártel de Sinaloa —una encabezada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, conocidos como Los Chapitos, y otra por Ismael “El Mayo” Zambada— derivó en al menos 10 ataques directos contra casas entre el 24 y el 30 de octubre. Balaceras, incendios provocados y drones cargados con explosivos marcaron una semana que recordó los días más oscuros de 2019, durante el llamado “Culiacanazo”.

EL FUEGO LLEGÓ A LAS CASAS

La violencia no distinguió barrios. En colonias como Lomas de Guadalupe, Las Quintas y Guadalupe Victoria, las fachadas quedaron acribilladas por ráfagas de alto calibre. En algunos casos, los agresores rociaron gasolina y prendieron fuego a las viviendas, dejando vehículos calcinados y familias huyendo entre el humo.

El jueves 30 de octubre fue particularmente sangriento: dos residencias de alto perfil fueron atacadas casi de forma simultánea, una de ellas completamente incendiada.

EL DOLOR DETRÁS DE LAS CIFRAS

En medio de los ataques, una tragedia estremeció a Culiacán. Fátima Guadalupe, de 14 años, murió alcanzada por las balas en el fraccionamiento Santa Rocío. Su madre resultó gravemente herida. Las autoridades sospechan que el ataque iba dirigido contra otro objetivo, pero el daño colateral dejó una herida moral en la ciudad.

DRONES EN LA SIERRA: LA GUERRA SE MODERNIZA

La noche del 27 de octubre, la violencia se trasladó a la sierra de Badiraguato, cuna del cártel. Allí, drones armados atacaron la famosa “Casa Rosa”, propiedad de Consuelo Loera, madre de El Chapo. Casi al mismo tiempo, en Culiacán ardía una residencia en el sector Tres Ríos.

El uso de drones explosivos se ha convertido en una firma de los nuevos enfrentamientos, una guerra tecnológica en manos de grupos criminales que disputan el control de la droga sintética conocida como “Coco Chanel” o Tusi.

“LA GENTE LE TENÍA MIEDO AL DRON”

El gobernador Rubén Rocha Moya reconoció que los recientes ataques provocaron el desplazamiento de familias en comunidades serranas. “Se han decomisado muchos drones, la gente le tenía miedo al dron”, declaró el mandatario, asegurando que el Ejército y la Guardia Nacional reforzaron la vigilancia.

UN ESTADO ENTRE EL TERROR Y EL SILENCIO

La Secretaría de Seguridad Pública (SSP) confirmó la activación de un Grupo Interinstitucional para contener la violencia. Sin embargo, las patrullas no bastan para calmar el miedo. En los barrios, el rumor de nuevos ataques mantiene a las familias encerradas, temerosas de que la guerra entre Los Chapitos y El Mayo se desplace a su calle.

Lo que ocurre en Sinaloa no es solo una disputa por territorio. Es una batalla interna por el alma de un imperio criminal que, desde hace décadas, controla el pulso del narcotráfico mundial. Esta vez, los campos de guerra son las calles donde viven quienes no eligieron ser parte de ella.

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