LANOTA.– En una escena que expone con crudeza la vulnerabilidad del Estado frente al crimen organizado, Hossein Nabor Guillén, subsecretario de Bienestar del Gobierno de Guerrero, fue asesinado a plena luz del día sobre la carretera Chilpancingo–Tlapa, a solo 17 kilómetros de la capital estatal. El ataque, ejecutado con precisión y sin que hasta ahora se conozca el número de agresores, dejó el cuerpo del funcionario tendido frente a una pozolería y una agencia de autos, como una marca indeleble del dominio criminal en la región.
UN FUNCIONARIO CON HISTORIA POLÍTICA Y SOMBRAS
Nabor Guillén, figura cercana al senador Félix Salgado Macedonio, había sido alcalde de Tixtla entre 2015 y 2018 por el PRD, y en 2024 buscó una diputación local bajo las siglas de Morena, sin éxito. Su carrera política estuvo rodeada de polémicas: durante la campaña electoral se filtró una fotografía en la que aparecía abrazando a Celso Ortega, líder del grupo delictivo Los Ardillos, la misma organización que controla la violencia en el corazón de Guerrero.
UN ASESINATO EN ZONA DE “VIGILANCIA”
El crimen ocurrió en el fraccionamiento Abedul, a tan solo 200 metros de un filtro policial municipal que opera día y noche. El hecho ha encendido cuestionamientos sobre la eficacia —o complicidad— de las autoridades locales, pues los atacantes actuaron sin resistencia y huyeron sin dejar rastro.

ENTRE LA POLÍTICA Y EL CRIMEN
El trasfondo no es menor: el rival electoral de Nabor en 2024 fue Jorge Iván Ortega, sobrino de Celso Ortega. En Guerrero, los hilos de la política y el crimen organizado parecen entrelazarse en un nudo imposible de cortar. La imagen de Nabor Guillén con el líder de Los Ardillos sigue alimentando sospechas sobre la delgada línea que separa a los representantes populares de los grupos delictivos.
EL SILENCIO OFICIAL
La Fiscalía estatal solo informó que abrió una investigación, sin dar detalles. Por su parte, la gobernadora Evelyn Salgado envió un mensaje de pésame en redes sociales: “Hossein fue un hombre comprometido con las causas del pueblo, generoso, solidario y siempre dispuesto a servir”. Sin embargo, guardó silencio sobre la violencia que arrebató la vida de su funcionario, omitiendo cualquier referencia al atentado y a la indagatoria en curso.
UNA HERIDA ABIERTA EN TIXTLA
Vecinos de Tixtla recordaron que Nabor Guillén había abandonado la localidad en 2018 por la inseguridad, aunque regresaba con frecuencia para visitar a sus padres. Ese mismo lugar al que temía volver terminó siendo escenario de su muerte violenta.
El asesinato del subsecretario no solo significa la pérdida de un servidor público: es un golpe directo al corazón de la administración estatal, una advertencia brutal de que en Guerrero la política y la violencia siguen cruzando caminos.
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