LANOTA.MX.– El sonido de las esposas chocando contra la mesa resuena en la sala de audiencias. Rubén Oseguera González, ‘El Menchito’, hijo del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), escucha impasible cómo la Fiscalía de Estados Unidos solicita la pena máxima: cadena perpetua.
Frente a la jueza Beryl A. Howell, la acusación es contundente: tráfico de cocaína y metanfetamina, operaciones multimillonarias y una estela de violencia brutal. Además, el gobierno estadounidense exige una multa de 12 mil millones de dólares, una cifra que refleja el tamaño de su imperio criminal.
UNA INFANCIA ENTRE EL NARCOTRÁFICO
Desde joven, Oseguera González no tuvo muchas opciones. Nacido en el núcleo de uno de los cárteles más sanguinarios de México, su destino parecía escrito. A los 19 años ya era la mano derecha de su padre, supervisando al menos cinco laboratorios de metanfetamina y coordinando el tráfico de hasta dos toneladas de cocaína mensuales hacia Estados Unidos.
Su ascenso fue meteórico. En 2010, tras la ruptura de su padre con el Cártel del Milenio, ‘El Menchito’ se convirtió en el número dos del CJNG, operando junto a su tío, Abigael González Valencia, alias ‘El Cuini’, líder financiero de la organización.
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Las interceptaciones de la DEA revelan un negocio descomunal: más de 50 toneladas de cocaína traficadas y la producción de más de mil toneladas de metanfetamina, con un valor estimado en 12 mil 599 millones de dólares.
LA VIOLENCIA COMO MÉTODO
No solo era un hombre de negocios. Oseguera González también impuso su poder con sangre. Testigos aseguran que asesinó personalmente a cinco personas cortándoles la garganta por una deuda de drogas. Pero su violencia no se detuvo ahí.
El 1 de mayo de 2015, en Villa Purificación, Jalisco, sicarios del CJNG derribaron un helicóptero del Ejército mexicano, dejando un saldo de nueve elementos de seguridad muertos. Según las investigaciones, la orden vino de ‘El Menchito’, quien junto a su padre intentaba evadir su captura.
EL JUICIO Y EL VEREDICTO
Capturado en 2015 y extraditado a Estados Unidos en 2020, Oseguera González enfrentó la justicia con la frialdad de alguien que ya conocía su destino. El 20 de septiembre de 2024, un jurado en Washington lo declaró culpable de conspiración para traficar drogas y posesión de armas de fuego e instrumentos destructivos.
La Fiscalía de EE.UU. no dudó en pedir la condena más severa: sentencias consecutivas de cadena perpetua. Lo calificaron como un asesino en serie que recurrió a una violencia excesiva para consolidar el poder del CJNG.
Sin embargo, su defensa, encabezada por Anthony Colombo, sostiene que los testigos en su contra carecen de credibilidad y que la pena solicitada es desproporcionada.
El próximo 7 de marzo de 2025, la jueza Howell dará su fallo definitivo. Mientras tanto, en la celda de Oseguera González, el tiempo avanza lento. Aquel joven que un día dirigió imperios de droga y muerte ahora solo espera, sabiendo que el final de su historia podría estar a punto de escribirse en una sola frase: cadena perpetua sin posibilidad de libertad.
