LANOTA.- El 22 de septiembre de 2025, la historia del CCH Sur cambió para siempre. Esa mañana, una madre marcó desesperada al 911. También escribió a los grupos de WhatsApp del plantel donde estudiaba su hijo, Lex Ashton “N”, de 18 años. “Va armado”, advirtió. “Dice que va a hacer daño”.
Nadie previno que una hora después, un joven de 16 años, Jesús Israel, sería asesinado frente a sus compañeros. Nadie. Pese a las advertencias, el sistema falló.
LOS MENSAJES QUE PUDIERON CAMBIARLO TODO
La carpeta de investigación de la Fiscalía capitalina revela que al menos tres empleados del CCH Sur recibieron los mensajes. Uno de ellos incluso mostró la captura enviada a las 11:30 de la mañana, donde se describía al agresor: “Lleva gas pimienta, una daga y ropa negra con la leyenda Bad Blood”.
Otro trabajador confirmó haber alertado al área jurídica del plantel. El C5 también recibió la llamada. Pero ninguna acción preventiva se ejecutó a tiempo.
Una hora más tarde, Lex Ashton atacó a Jesús Israel en el estacionamiento. Lo hizo con una guadaña, mientras un trabajador de mantenimiento intentaba detenerlo. “Me cegó con gas pimienta, me golpeó… pero logré quitarle el arma”, narró Don Armando, sobreviviente del ataque.
LA CAÍDA DESDE EL SEGUNDO PISO
Después de cometer el homicidio, Lex intentó suicidarse: saltó del segundo piso del edificio “IM”. No murió. Quedó con fracturas y fue trasladado al hospital, donde lo custodió la policía.
En su mochila se hallaron dos cuchillos plegables, seis cilindros de gas irritante, celulares, una USB y una credencial estudiantil. Todo apuntaba a una planeación meticulosa, que encendió las alarmas sobre posibles vínculos con comunidades virtuales violentas.
EL PERFIL DEL “INCEL” MEXICANO
Días después, un cateo en su casa reveló un arsenal doméstico: un rifle calibre .45, dos hoces, manuales de combate y mangas de temática apocalíptica. Entre sus pertenencias también había equipos de videojuegos y laptops con acceso a foros de contenido misógino.
Expertos en psicología forense consultados por la FGJCDMX identificaron en Lex rasgos narcisistas y antisociales, compatibles con perfiles “incel” —hombres jóvenes con odio hacia las mujeres y la sociedad por sentirse rechazados sexual o socialmente—.
ENTRE LA LOCURA Y LA RESPONSABILIDAD PENAL
La defensa de Lex Ashton pidió que su proceso se trasladara a un centro psiquiátrico. El juez negó la petición. Lo mantuvo bajo prisión preventiva en el Reclusorio Oriente, procesado por homicidio calificado y tentativa de homicidio.
El caso ha abierto un debate nacional sobre las fallas en los protocolos escolares, la atención a la salud mental y la reacción institucional ante señales de violencia inminente.
UN SILENCIO QUE DUELE
Hoy, la madre del agresor vive con culpa. Las autoridades educativas y judiciales se reparten responsabilidades. Y la comunidad del CCH Sur enfrenta su propia herida: una tragedia que pudo evitarse, pero que nadie quiso creer.
“Lo avisé. Les dije que iba a pasar algo. Nadie escuchó”, habría declarado la madre ante la Fiscalía.
La historia de Lex Ashton no es sólo la de un crimen escolar. Es la de un sistema que no escuchó a tiempo una súplica desesperada.
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