LANOTA.MX. A tan solo días de que Rodolfo “Fofo” Márquez recibiera una sentencia de 17 años de prisión por tentativa de feminicidio, la controversia en torno a su caso se avivó con la filtración de un video en el que se observa cómo es brutalmente golpeado por tres custodios en el penal de Tlalnepantla.
La grabación, que dura poco más de un minuto, fue difundida por el periodista Carlos Jiménez, y muestra de manera explícita el abuso físico que sufrió el influencer mientras estaba esposado e indefenso.
VAN a CAMBIAR al FOFO de PENAL
— Carlos Jiménez (@c4jimenez) January 31, 2025
La @SS_Edomex informó q van a trasladarlo a otro para garantizar su seguridad.
A la directora de la prisión en la q estaba y a los custodios ya los destituyeron.
Tb los denunciaron en @FiscaliaEdomex
Esto no interfiere en su sentencia. pic.twitter.com/4EcUpaes1s
El video comienza con Márquez hincado y esposado en el suelo. Un custodio, cubierto con un pasamontañas, se le acerca y lo levanta de manera violenta, mientras los otros dos lo agreden. Uno le da un manotazo en la cabeza y el otro le lanza un puñetazo en la espalda. En ese instante, el influencer pide entre lágrimas: “¡Ay! Ya estuvo, ya por favor”, intentando detener la agresión, pero la respuesta que recibe de uno de los custodios es un golpe más y una humillación verbal: “¿Por qué chillas? Así le pegó a la mujer, así le pegó a la mujer”. Tras estas palabras, el custodio le propina varias cachetadas y un golpe en el estómago, mientras Márquez, visiblemente afectado, continúa suplicando: “Ya por favor”.
Lo que sigue en la grabación es aún más perturbador. Los custodios, que parecen estar disfrutando del poder sobre su víctima, le advierten: “Esto es una entrada de banda… otra cosa, se poncha y vas a ver, ¿quedó claro?”, un comentario que resalta la crueldad de los funcionarios penitenciarios, quienes, lejos de cumplir con su deber de garantizar la seguridad y los derechos de los internos, optan por torturarlos psicológica y físicamente. Márquez, con miedo evidente, asiente y dice: “Está bien, está bien, quedó claro”. El video termina con una orden aún más despectiva: “Tienes tres segundos para quitarte toda la ropa, toda la ropa”.
La grabación fue tomada durante su ingreso al Centro Preventivo y de Readaptación Social Tlalnepantla, donde fue trasladado tras su sentencia. Este nuevo incidente pone de manifiesto los posibles abusos y violaciones de derechos humanos que se cometen dentro de los centros penitenciarios del país, y en particular en el Estado de México, uno de los lugares más conflictivos en cuanto a derechos humanos se refiere.
La filtración del video causó indignación en la opinión pública, y las autoridades no tardaron en reaccionar ante lo sucedido. La Secretaría de Seguridad del Estado de México, al enterarse de los hechos, no solo destituyó a los tres custodios responsables del abuso, sino también a la directora del penal. Cristóbal Castañeda, titular de la Secretaría de Seguridad, condenó enérgicamente los actos de violencia y aseguró que se tomarían las medidas necesarias para investigar y sancionar a los responsables. Además, Márquez sería trasladado a otro penal, con el objetivo de garantizar su integridad física, y se iniciaría una carpeta de investigación en coordinación con la Fiscalía del Estado de México.
Este abuso pone en evidencia las falencias del sistema penitenciario mexicano, donde las condiciones de los reclusos, en muchos casos, no solo son inhumanas, sino también marcadas por la violencia institucional. En este contexto, surge una reflexión crucial: ¿cómo puede un sistema que se supone debe impartir justicia y rehabilitar a los individuos, convertirse en un lugar donde la violencia, el abuso de poder y la corrupción son moneda corriente? Este tipo de incidentes genera un manto de desconfianza no solo sobre la seguridad de los internos, sino también sobre el compromiso de las autoridades para erradicar estos abusos y garantizar los derechos fundamentales de todas las personas, independientemente de su situación legal.
El caso de Rodolfo “Fofo” Márquez ha dejado al descubierto, una vez más, la cara oculta de los centros penitenciarios en México, que deben enfrentar no solo la sobrepoblación, sino también la corrupción y la violencia institucionalizada. Este incidente podría ser el catalizador para un cambio en las políticas penitenciarias del país, si es que las autoridades logran transformar el escándalo en una oportunidad para reformar el sistema de justicia penal y evitar que casos como este se repitan en el futuro.