LANOTA.– . A las 10:08 horas de México, una fumata blanca emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, anunciando al mundo que los 133 cardenales reunidos en cónclave han elegido al sucesor del papa Francisco. Tras la segunda ronda de votaciones vespertinas, los 1 400 millones de católicos aguardan el tradicional “Habemus Papam” desde el balcón central de la basílica de San Pedro.
Desde primeras horas, fieles y turistas llenaron la Plaza de San Pedro en una vigilia marcada por la expectativa y la fe. Grupos que habían abandonado temporalmente el lugar retornaron con banderas, pancartas y termos de café, decididos a no perder detalle del histórico anuncio.
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Este suceso es especialmente inusual: solo dos veces en los más de siete siglos de historia de los cónclaves se había elegido pontífice en mayo. El primero, en 1342, resultó en el papa Clemente VI; el segundo, en 1605, coronó a Pablo V. Con esta tercera elección en mayo, el nuevo pontificado se perfila como un capítulo singular en la vida de la Iglesia.
En las próximas horas, la atención mundial se centrará en el sonido de las campanas vaticanas y en las primeras palabras del nuevo pontífice, cuyo perfil y desafíos marcarán el rumbo de la Iglesia católica para los próximos años. Este preámbulo de esperanza y renovación prepara el terreno para el anuncio definitivo que sellará el inicio de un nuevo capítulo en la cristiandad.
UN CARDENAL DE CHICAGO
Robert Francis Prevost Martínez nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, hijo de Louis Marius Prevost, de raíces francesas e italianas, y de Mildred Martínez, de origen sudamericano. Tras completar el bachillerato en el Seminario Menor de los Agustinos en 1973, se licenció en Ciencias Matemáticas y Filosofía en la Universidad Villanova (1973–1977). Decidido a profundizar en su vocación, obtuvo en 1982 la maestría en Divinidad con especialización en Misión Intercultural en la Unión Teológica Católica de Chicago, y un año después viajó a Roma para estudiar Derecho Canónico en el Angelicum, donde se graduó en 1984 y defendió con honores su doctorado en 1987 con la tesis “El rol del prior local de la Orden de San Agustín”.
Ingresó al noviciado agustino el 1 de septiembre de 1977 y profesó solemne sus votos el 29 de agosto de 1981. Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1982 por el arzobispo Jean Jadot en Roma. Entre 1985 y 1986 sirvió como vicario parroquial y canciller en Chulucanas, Perú, y luego, de 1987 a 1988, promovió vocaciones y recaudó fondos para misiones en la Provincia “Madre del Buen Consejo” de Estados Unidos. De regreso a Perú, lideró los proyectos de formación de aspirantes agustinos en Trujillo (1988–1998), donde también ejerció como vicario judicial, profesor de Derecho Canónico, Patrística y Moral, y fundó dos parroquias.
En 1999 asumió el cargo de prior provincial en Chicago, y en 2001 fue elegido prior general de la Orden de San Agustín, cargo que renovó en 2007. Durante su mandato supervisó el Instituto Augustinianum y coordinó las relaciones de la Orden con la Curia romana. De 2013 a 2014 dirigió la formación del convento de Chicago y fue vicario provincial.
En enero de 2023, el papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. El 8 de mayo de 2025, tras conocerse la fumata blanca en la Capilla Sixtina, fue elegido como el 267º papa de la Iglesia católica, tomando el nombre de León I. Además de su natal inglés, domina el español, italiano, francés y portugués, y lee latín y alemán; en 2015, amplió sus vínculos con América Latina al adquirir la nacionalidad peruana.
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