Ovidio “El Ratón” Guzmán en terapia: entre ansiedad, arrepentimiento y traición

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El Ratón con crisis de ansiedad.

LANOTA.-  Con apenas 33 años, el hijo menor de Joaquín “El Chapo” Guzmán se enfrenta a su momento más decisivo. Ya no está al frente de laboratorios clandestinos ni da órdenes a sicarios. Está solo, custodiado y medicado en una prisión estadounidense.

En mayo de 2025, documentos judiciales filtrados mostraron lo impensable: Ovidio estaba dispuesto a cooperar. Declararía ante la Corte del Distrito Norte de Illinois, entregaría rutas, nombres, estructuras. Se sentaría a hablar… y a delatar.

No me siento bien”, confesó en una de sus audiencias. Sus abogados pidieron medicamentos, dieta especial, atención emocional. Detrás de esa solicitud hay algo más: el inicio de una nueva narrativa. La del narco que, entre rejas, busca redimirse.

UN HIJO, UN PADRE, UNA CÁRCEL

Lo más inesperado, sin embargo, no está en su confesión. Está en lo que su testimonio podría estar provocando a más de 2,000 kilómetros: la ADX Florence, donde “El Chapo” purga su cadena perpetua.

Según periodistas como Jesús Lemus, los acuerdos de Ovidio habrían traído beneficios insólitos a su padre: más horas fuera de la celda, acceso a medios en español, área de ejercicio.

El hijo que fue reclutado por el negocio familiar, ahora negocia para proteger al patriarca.

DE “EL RATÓN” AL HOMBRE QUE QUISO HUIR DE SU SOMBRA

Ovidio ya no es el “rey del fentanilo”. Ahora es un testigo. Un nombre en una lista de cooperación judicial. Un preso que suplica atención médica y exige respeto a sus derechos humanos.

Tal vez no sea remordimiento. Tal vez sea estrategia. Pero ya no está en el monte. Está frente a un estrado, negociando su libertad a cambio de traicionar su legado.

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