¿Quién mandó el mensaje? 20 ejecutados y cuerpos colgados sacuden Culiacán

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El puente donde abandonaron los cuerpos.

LANOTA.-  Todo comenzó con un reporte anónimo. Eran las 11:30 de la noche del domingo cuando se alertó sobre “algo colgado del puente” que conecta al seminario de Culiacán con la carretera internacional México 15, rumbo al norte. Nadie imaginaba el horror que estaba por revelarse.

Al llegar, los cuerpos de cuatro hombres decapitados colgaban de los pies, sujetos con cuerdas amarillas a los barandales del paso elevado. Bajo ellos, una camioneta blanca tipo van, cerrada, reposaba silenciosa sobre el acotamiento. El aire olía a pólvora vieja. A amenaza.

Minutos más tarde, el hallazgo escaló de brutal a indescriptible: otros 16 cadáveres fueron encontrados apilados dentro de una camioneta Ford Transit, abandonada justo bajo el mismo puente. Todos ejecutados. La escena fue asegurada por elementos de seguridad de los tres niveles de gobierno, que no dieron declaraciones a medios locales.

UN PUENTE, VEINTE MUERTOS Y UNA GUERRA SILENCIOSA

Las primeras luces del lunes apenas asomaban cuando la Fiscalía General del Estado ordenó el traslado de la camioneta con los 16 cuerpos al interior, remolcada por una grúa hasta las instalaciones del Servicio Médico Forense. Pero la imagen ya se había regado como pólvora en redes y portales: veinte muertos en una noche, en uno de los días más sangrientos que se recuerdan en Culiacán.

El mensaje era inequívoco. Y para muchos, también ritual: debajo del puente, según reportó el diario Noroeste, había figuras religiosas alusivas a San Judas Tadeo, una de las figuras más veneradas entre sicarios y grupos criminales. Un símbolo de protección… o de sentencia.

EL ESCENARIO: EL LIMÓN, TEPUCHE Y LA SOMBRA DE LOS CÁRTELES

El puente donde ocurrió la masacre conduce hacia El Limón de los Ramos, una comunidad que forma parte de la franja norte rural-serrana de Culiacán, junto con los pueblos de Paredones, Aguablanca y Tepuche. Territorios que, desde hace meses, se encuentran bajo disputa entre facciones del Cártel de Sinaloa: Los Chapitos y Los Mayitos.

Medios como Río Doce y Noroeste han documentado la intensificación del conflicto. Lo que antes eran escaramuzas, ahora son exhibiciones abiertas de poder: cadáveres colgados, camionetas abandonadas con cuerpos amontonados, escenarios diseñados no solo para eliminar al enemigo, sino para enviar un mensaje.

EL SILENCIO DE LOS VIVOS

A la mañana siguiente, nadie quiso hablar en las comunidades cercanas. En los campos, la jornada comenzó como cualquier otra, pero con una diferencia sutil y poderosa: nadie miraba hacia el puente. Nadie preguntaba. Nadie respondía.

Las autoridades no han confirmado si entre los ejecutados hay identificados ni si existe algún mensaje adjudicando la autoría de la masacre. Pero la manera, el lugar y la firma simbólica son demasiado familiares para no relacionarse con la narcoguerra que vive Culiacán desde dentro.

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