Sheinbaum presume menos homicidios…¿Y los campos de exterminio?

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Cientos de objetos y zapatos apilados de las víctimas.

LANOTA.MX.  Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum presume una disminución del 15% en los homicidios dolosos entre septiembre de 2024 y febrero de 2025, el reciente hallazgo de sitios de exterminio en Tamaulipas, Jalisco y otros estados demuestra que estas cifras no capturan la magnitud de la crisis de violencia y desapariciones que azota al país. 

Los cementerios clandestinos descubiertos en los últimos meses revelan una realidad sombría que las estadísticas oficiales no logran reflejar, dejando en evidencia la desconexión entre los números y el horror que viven miles de familias

Mientras el gobierno federal celebra una supuesta reducción en los índices de violencia, los colectivos de búsqueda y los familiares de las víctimas siguen enfrentándose a la cruda realidad de que, en México, la impunidad y la omisión institucional permiten que estos crímenes sigan ocurriendo sin consecuencias.

HALLAZGOS EN TAMAULIPAS: UN ESTADO BAJO EL TERROR

Colectivos de búsqueda han reportado hallazgos en municipios de Tamaulipas como Nuevo Laredo, El Mante, Río Bravo, Matamoros y Reynosa, donde se han encontrado restos humanos y evidencias de violencia extrema. 

En Reynosa, por ejemplo, se localizaron 14 concentraciones de restos óseos calcinados, junto con objetos personales como un rosario, chalecos antibalas y una hebilla de cinturón con la figura de dos pistolas. 

Además, se identificaron estructuras con múltiples impactos de bala, que habrían funcionado como paredones de ejecución, según denunció el colectivo Amor por los Desaparecidos. Este sitio se suma a una lista creciente de lugares donde la violencia se ha normalizado y la justicia brilla por su ausencia.

En Nuevo Laredo, los colectivos han descubierto fosas clandestinas con decenas de cuerpos, muchos de ellos con signos de tortura y ejecución sumaria. Estos hallazgos han sido recurrentes en los últimos años, pero las autoridades no han logrado avanzar en las investigaciones, dejando a las familias de las víctimas en un limbo de incertidumbre y dolor. 

En El Mante, otro municipio de Tamaulipas, se han reportado campos de exterminio donde se practicaban ejecuciones masivas, y donde los restos humanos son tan numerosos que los colectivos han tenido que recurrir a la ciencia forense ciudadana para intentar identificar a las víctimas.

En Río Bravo, los hallazgos incluyen restos humanos dispersos en zonas rurales, muchos de ellos con evidencias de haber sido quemados o mutilados. Los colectivos denunciaron que, en muchos casos, las autoridades no acuden a los sitios de manera oportuna, lo que permite que las pruebas se deterioren o desaparezcan. 

En Matamoros, la situación es igual de alarmante: se localizaron campos de exterminio donde se han encontrado restos de personas desaparecidas, junto con evidencias de que estos lugares fueron utilizados para prácticas sistemáticas de violencia y terror.

EL CASO DEL RANCHO IZAGUIRRE EN TEUCHITLÁN, JALISCO

Uno de los casos más impactantes recientes es el del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, donde se descubrió un campo de exterminio que se describe como uno de los más grandes y aterradores de los últimos años. En este lugar, los colectivos encontraron fosas clandestinas, restos humanos calcinados y evidencias de tortura y ejecuciones sistemáticas

El hallazgo en Teuchitlán es un duro recordatorio de que la violencia no se limita a una sola región del país, sino que se extiende de manera generalizada, afectando a comunidades enteras y dejando un rastro de dolor y desolación.

Estos sitios, convertidos en testimonios mudos de la barbarie, son sólo la punta del iceberg de una crisis humanitaria que sigue creciendo. A pesar de los esfuerzos por presentar una imagen de control y reducción de la violencia, la impunidad y la omisión institucional persisten, dejando a miles de familias sin respuestas y a las víctimas sin justicia. 

Mientras las autoridades celebran cifras, los colectivos y familiares siguen enfrentándose a la cruda realidad de que, en México, la guerra contra el olvido es tan urgente como la lucha contra la impunidad. Cada nuevo hallazgo es un recordatorio de que, detrás de las estadísticas, hay historias de dolor, desesperación y una búsqueda incansable de verdad y justicia.

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