LANOTA.- Lorena Jacqueline Morales Valencia, una joven de 28 años, salió de su hogar en León, Guanajuato, el 22 de mayo. Vestía una playera blanca, pantalón de mezclilla y tenis grises. No sabía —y nadie lo sabía— que ese sería su último día con vida. Su desaparición fue reportada horas después por familiares angustiados. La ciudad, sin saberlo, fue testigo de un feminicidio meticulosamente encubierto.
🛑Lorena Jaqueline Morales desapareció el 22 de mayo en #León, #Guanajuato. Su jefe, dueño de un restaurante, sería el principal sospechoso, según imágenes de cámaras de seguridad. pic.twitter.com/Iq0gBsjGBF
— Martha Berra (@MarthaIBerraA) June 4, 2025
LA CÁMARA QUE REVELÓ LA VERDAD
Ese mismo día, alrededor de las 9 de la mañana, una cámara de seguridad registró una escena inquietante: un hombre, identificado como Juan Antonio “N”, subía trabajosamente las escaleras de un edificio con un bulto envuelto en sábanas. Su forma alargada y peso aparente sugerían algo siniestro. Nadie imaginó que estaba cargando con el cuerpo sin vida de Lorena. Una mujer incluso le sostuvo la puerta. La rutina disfraza los horrores.
Horas después, cerca de las 18:00, el mismo sujeto fue captado saliendo del edificio con una maleta pesada. Esa maleta, según los investigadores, fue utilizada para trasladar el cadáver de Lorena hasta un terreno baldío en la colonia Valle del Campestre. Allí fue localizada más de una semana después, dentro del equipaje, con signos evidentes de violencia.
UN GIRO INESPERADO: LA LLAMADA DEL ASESINO
La caída de Juan Antonio no fue producto de una redada ni de una confesión espontánea. Fue él quien contactó a las autoridades. Alegó sentirse “hostigado”, presionado por la cobertura mediática y la cercanía de la verdad. El hombre fue detenido en el mismo edificio donde ocurrieron los hechos. En el video de su arresto, camina entre agentes vestidos de civil, sin esposas, con una calma que solo da el cinismo o la resignación.
¿CÓMPLICES O INDIFERENTES?
Una de las preguntas que más han estremecido a la opinión pública es: ¿nadie lo notó? Las cámaras estaban ahí. La mujer que sostuvo la puerta también. El edificio completo albergaba la verdad en silencio. ¿Fue miedo? ¿Desconexión? ¿Normalización del horror?
LA INDIGNACIÓN CRECE, LA JUSTICIA AÚN NO LLEGA
En redes sociales, el caso de Lorena Jacqueline ha despertado un profundo malestar. Las imágenes, que circulan con rapidez, muestran con brutal claridad cómo su asesino cargó con su cuerpo frente a todos, como si nada. Como si la vida de una mujer fuera un paquete incómodo más en la rutina de la violencia cotidiana.
Aunque no ha sido confirmado oficialmente, versiones extraoficiales aseguran que fue el propio agresor quien reveló la ubicación exacta del cadáver. Otra versión apunta a un exjefe como el delator.
LA MUERTE DE LORENA, UNA HERIDA ABIERTA
Lorena fue localizada el 4 de junio. Doce días después de su desaparición. Doce días de angustia, búsqueda e incertidumbre para su familia. Su cuerpo, hallado dentro de una maleta, es símbolo de una realidad que muchas veces se esconde: las mujeres no están seguras ni siquiera en los lugares más cotidianos.
Hoy, mientras la Fiscalía de Guanajuato continúa con la investigación y las audiencias, el país entero clama justicia. Porque Lorena no es solo una víctima más. Es un grito desgarrador que pide, desde la muerte, que la violencia contra las mujeres no se normalice nunca más.
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