LANOTA.- Durante la sesión de la Comisión Permanente del Congreso, los reflectores no apuntaron al pleno, sino al teatrillo político protagonizado por Adán Augusto López, operador estrella de la 4T y senador morenista, y Rubén Moreira, veterano priista con PhD en “mapachería electoral”, según los estándares no oficiales del Congreso.
¿El tema? La derrota de Morena en Durango, ese estado que Andy López Beltrán, hijo del expresidente AMLO, intentó convertir en su primer gran trofeo político… y terminó siendo su primer tropezón público con escándalo incluido.
“¡MIRA MAMÁ, SOY OPERADOR!”
Todo comenzó cuando el siempre sobrio Adán Augusto interrumpió a Moreira para leerle, con tono indignado y dedo flamígero, una nota de “un diario de circulación nacional” donde, para sorpresa de nadie, Rubén era descrito como el Messi de la trampa electoral. Un elogio, si uno lo piensa desde la lógica de ciertos partidos.
El priista, por supuesto, no se quedó callado. Más bien, afiló el colmillo y soltó veneno:
“Mandaron de operador a un menor de edad. A un tipo que le dicen Andy. No nos anden poniendo enfrente a menores de edad, porque se los vamos a regresar… así como nos lo mandaron.”
Palo directo y sin escalas al hijo del exmandatario, a quien acusa de pensar que el apellido vale más que la estrategia, el territorio o los votos reales.
CUANDO EL APELLIDO NO ALCANZA
Andy, quien se estrenaba como secretario de Organización del CEN de Morena, fue señalado por su propio partido como el nuevo estratega electoral. En los hechos, sin embargo, pareció más un becario aventado a campo de guerra sin casco ni brújula.
Durango, el escenario de su debut, respondió con urnas que no quisieron obedecer el guion. Y aunque Morena insiste en que hubo “embarazo de urnas”, códigos QR para comprar votos y cadenas de custodia violadas, lo cierto es que perdieron más de lo esperado… y con bochorno extra.
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LA MORENIZA, EN MODO DENUNCIA
En su podcast partidista “La Moreniza” (que suena a mezcla de morning show y asamblea estudiantil), Morena aseguró que emprenderá acciones legales. Las culpas, como en tiempos idos, se reparten entre el PRI, el gobernador Esteban Villegas y cualquier sombra con gorras tricolores.
Andy, por su parte, denunció que el estilo de Moreira es “el priismo más rancio”, una acusación que viene de un heredero político en ascenso, pero que —a juzgar por los resultados— aún no tiene la experiencia ni el colmillo para jugar con esos dinosaurios.
AL FINAL…
Lo ocurrido en Durango fue más que una elección local: fue una radiografía del nuevo y viejo régimen dándose codazos en el Congreso. Morena aprendió que no basta el apellido y el linaje. El PRI, que puede perder la presidencia, pero no el manual del oficio.
Y mientras tanto, en Durango… los votos ya fueron contados, los “mapaches” duermen tranquilos, y Andy probablemente ya entendió que la política real se juega con botas, no con apellidos.
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