La tormenta no cede: 44 vidas perdidas y comunidades enteras sumergidas en el desastre

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Inundaciones en Veracruz.

LANOTA.–   El país amanece de luto. Las lluvias torrenciales que desde hace días azotan el centro y oriente de México han dejado una estela de devastación, muerte y silencio. Son ya más de 40 personas fallecidas, decenas de desaparecidos y miles de familias que esta madrugada duermen sobre el lodo o bajo los techos rotos que el agua les dejó.

En Hidalgo, Veracruz, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí, el llanto se mezcla con el ruido de los helicópteros y el zumbido de las motosierras militares que tratan de abrir camino entre árboles caídos, casas derrumbadas y carreteras partidas en dos.

EL DOLOR EN CIFRAS

De acuerdo con el último informe de la Coordinación Nacional de Protección Civil, al cierre del sábado 11 de octubre, se contabilizan 44 víctimas mortales: 18 en Veracruz, 16 en Hidalgo,, 9 en Puebla y una en Querétaro.

Las pérdidas materiales son inconmensurables: más de 50 mil viviendas dañadas, caminos destruidos, cultivos anegados y comunidades completas incomunicadas. En Veracruz, Álamo Temapache, Poza Rica, Tuxpan, El Higo, Tempoal e Ilamatlán concentran los daños más graves; en Puebla, Huauchinango y Zacatlán se han convertido en paisajes de desolación.

EL GOBIERNO EN ALERTA Y EL PAÍS EN DUELO

Desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó una reunión virtual con los gobernadores de los cinco estados más golpeados. Su mensaje fue de solidaridad y urgencia:

“Nuestra solidaridad y apoyo a todas las personas que han perdido a algún familiar; a la población damnificada no le faltará nada”, expresó.

La mandataria ordenó el despliegue de las Fuerzas Armadas y de brigadas federales para atender a los damnificados, abrir caminos y restablecer la comunicación con las zonas aisladas.

CUERPOS EN EL AGUA, CAMINOS ROTO Y SILENCIO

En los márgenes del río Metztitlán, en Hidalgo, las brigadas de rescate buscan entre los escombros. Las imágenes son desgarradoras: casas flotando, autos atrapados entre el fango, un niño con los pies descalzos aferrado a su mochila escolar.

En Poza Rica, la escena se repite: madres llorando, hombres paleando con sus propias manos para liberar calles convertidas en torrentes. Los vecinos se turnan para rescatar lo poco que quedó seco.

LA RESPUESTA HUMANITARIA

La Secretaría de Marina (Semar) y la Sedena han desplegado personal bajo el Plan DN-III-E, fase de auxilio.
En Poza Rica y Álamo, se auxiliaron a más de 2 mil personas; se realizaron 117 atenciones médicas, 625 traslados y se distribuyen 2,500 despensas y 20 mil litros de agua potable.
En Huauchinango, Puebla, llegaron 1,500 despensas más, junto con 12 mil litros de agua.

La Guardia Nacional movilizó siete helicópteros para apoyar las operaciones aéreas y trasladar víveres a zonas que siguen inaccesibles por tierra.

LA TRAGEDIA CONTINÚA

Las lluvias no cesan. Las presas están al límite. Los ríos crecen. En las comunidades, los pobladores miran al cielo con miedo, no con esperanza.

En los rostros se lee el mismo sentimiento: impotencia, pérdida, y un país que llora junto a ellos.

México cuenta muertos, pero también historias: la del campesino que buscó a su esposa entre el agua; la del soldado que cargó a una anciana hasta ponerla a salvo; la del niño que, con un bote de plástico, rescató a su perro.

Cada historia es una herida abierta de una tragedia nacional que apenas comienza.

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