LANOTA.- La madrugada del 5 de abril, mientras México dormía, Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, de 95 años, cruzó por última vez el umbral de su residencia vigilada.
Con paso lento, apoyado en un bastón y escoltado por silenciosos funcionarios federales, el último fundador vivo del Cártel de Guadalajara recuperaba su libertad después de 40 años, 11 meses y 28 días de encierro.
EL ARCHIVO VIVIENTE DEL NARCO
Sus manos, ahora deformadas por la artritis, fueron las mismas que en los años 70 tejieron la primera alianza entre los capos del Pacífico. Junto a Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo, Don Neto construyó un imperio que definió el narcotráfico moderno: rutas aéreas hacia EE.UU., sobornos institucionales y una violencia que escalaría hasta el asesinato de Kiki Camarena en 1985.
El expediente judicial lo pinta frío: “Ordenó la tortura con taladro eléctrico y costillas rotas al agente DEA”, según testimonios desclasificados. Pero en los pasillos del penal de Puente Grande, donde cumplió 32 años, los custodios lo recuerdan diferente: “Un anciano que pedía chocolates y hablaba solo con los pájaros de su jardín”.
LA SOMBRA DE CAMARENA
Mientras Fonseca Carrillo respira libertad, su pasado lo persigue:
- En Brooklyn, Caro Quintero enfrenta posible pena de muerte por el mismo caso
- En Puente Grande, Félix Gallardo purga cadena perpetua
- En California, la familia Camarena demanda $100 millones de dólares en compensación
Las autoridades mexicanas argumentan que cumplió íntegra su condena, pero documentos de la DEA filtrados a Reforma muestran desacuerdo: “Faltaron 18 meses por delitos no computados”.
UN FANTASMA EN LIBERTAD
Hoy, el nonagenario vive sus días entre médicos y abogados. Sus vecinos en Atizapán ignoran que el hombre frágil del andador es el mismo que:
- En 1955 fue detenido por narcotráfico en Mexicali
- En 1984 controlaba el 45% de la cocaína que entraba a EE.UU.
- En 2016 evitó la extradición por “condiciones de salud”
México cierra así un capítulo histórico, pero EE.UU. mantiene abierto el expediente. Como dijo un agente anónimo de la DEA: “La justicia tiene Alzheimer, pero nosotros no”.
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