El Güero Palma vengó la muerte de su familia.
LANOTA.MX. En el vertiginoso y mortal mundo del narcotráfico mexicano, los nombres de Félix Gallardo, Caro Quintero y Fonseca resuenan como ecos de una era dorada en la que el poder y el miedo se entrelazaban con la misma fuerza. Pero a finales de los años ochenta, ese reinado comenzó a desmoronarse, dejando a su paso no solo un vacío de poder, sino también una herida abierta que, como un caño de veneno, terminaría por tragarse a quienes aspiraban a llenar el espacio dejado por los grandes.
HECTOR “EL GÜERO” PALMA Y EL CÁRTEL DE SINALOA
Uno de esos aspirantes fue Héctor “El Güero” Palma Salazar, un hombre que, aunque naciera entre las sombras de un imperio narcotraficante, pronto alcanzaría una luz cegadora, un lugar al sol del Cártel de Sinaloa. Con sus ojos azules y su cabello rubio, “El Güero” no solo llamaba la atención por su aspecto, sino también por la forma en que se manejaba en las rutas, las mismas que surcaban un México sumido en el caos del crimen organizado.
LA TRAICIÓN Y LA CONSPIRACIÓN DE LOS ARELLANO FÉLIX
Pero en ese juego de poder, las traiciones son moneda corriente. Palma Salazar, al igual que muchos antes que él, comenzó a jugar con fuego. Un cargamento de droga, que pertenecía a su antiguo jefe, Miguel Ángel Félix Gallardo, desapareció. Nadie sabe si fue una simple jugada para ganar terreno o una traición calculada, pero lo que sí es cierto es que desató una serie de eventos que cambiarían para siempre su vida y la de aquellos que lo rodeaban.
En las entrañas del Cártel de Tijuana, los Arellano Félix, conocidos por su control del trasiego en la frontera, no perdonaron la afrenta. Decidieron que la venganza debía ser ejecutada y pusieron en marcha un plan tan macabro como letal: un sicario venezolano, Rafael Clavel, sería la mano que empuñaría el cuchillo. Pero no solo buscarían vengar la traición de “El Güero”; iban a tocar lo más sagrado para él: su familia.
LA CONQUISTA DE LA FAMILIA Y LA MUERTE DE GUADELUPE
Clavel, con astucia, logró infiltrarse en la vida de Palma Salazar, acercándose sigilosamente a su esposa, Guadalupe Mejía. Le susurró palabras de amor, tejió la red de su engaño hasta atraparla en sus garras. La mujer, vulnerable a su encantamiento, decidió escapar con él, dejando atrás a su esposo, sin imaginar la tragedia que le aguardaba.
Una mañana fría, Héctor “El Güero” recibió un mensaje que jamás podría haber imaginado: la cabeza de su amada esposa le llegó en una bolsa, enviada con la crueldad de un enemigo que jugaba con fuego. Pero eso no fue todo. Una semana después, Clavel cumplió con la última orden de los Arellano Félix: enviarle un video. En él, la imagen macabra de los hijos de Palma Salazar, Nataly y Héctor, lanzados desde un puente de más de 150 metros en Venezuela, recorrió el alma del capo sinaloense como una flecha de fuego.
LA FURIA DE “EL GÜERO” PALMA Y SU ATROZ VENGANZA
Esa fue la chispa que prendió el infierno. El pacto no escrito entre narcotraficantes, aquel que garantizaba el respeto hacia las familias, se deshizo como un hilo de sangre. Palma Salazar, cegado por la rabia, juró venganza. No solo el sicario venezolano debía morir, sino que la ira de “El Güero” alcanzaría a todos aquellos que estuvieron involucrados en la muerte de su esposa e hijos. En cuestión de días, Rafael Clavel fue ejecutado, pero la venganza, como un tsunami imparable, no se detuvo allí. Los tres hijos del sicario venezolano cayeron bajo las balas de los hombres de Palma Salazar, al igual que otros tres cómplices que también pertenecían a la organización de los Arellano Félix.
PUNTO ÁLGIDO DE LA VENGANZA: DESMEMBRAMIENTOS Y MUERTES
Los cuerpos desmembrados de los aliados de Clavel fueron hallados en una cuneta, y la guerra se extendió como una sombra mortal sobre el norte de México. Los miembros del Cártel de Tijuana no sabían que, con la muerte de Guadalupe y sus hijos, “El Güero” había desatado un diluvio de sangre que no cesaría por años. El abogado de los Arellano Félix y varios de sus familiares fueron ejecutados en una serie de represalias implacables que durarían al menos cinco años.
UN FINAL INCIERTO Y LA SOMBRA DE LA VENGANZA
La historia, aún no cerrada, sigue siendo un enigma. Se desconoce si los Arellano Félix han saldado realmente la deuda con Héctor “El Güero” Palma Salazar, y si alguna vez el capo vuelve a la libertad, tras pasar años en El Altiplano, traerá consigo una continuación de su venganza o si, por fin, su furia encontrará un final.
Pero, en ese juego de sombras y sangre, solo una cosa es cierta: la ley del más fuerte es la que siempre prevalece, y en este mundo, las cuentas siempre se pagan con vidas.
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