Ser buscadora en Jalisco es una sentencia de muerte: brutal ataque a Teresa González

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Teresa González Murillo se debate entre la vida y la muerte.

LANOTA.MX.  La noche del 27 de marzo quedó marcada por la brutalidad y la impunidad en Jalisco. Teresa González Murillo, una madre incansable, una buscadora de verdad, fue atacada con saña en su propia casa. No bastó con arrebatarle a su hermano al silencio de la desaparición; ahora, quisieron arrebatarle también la vida.

EL ATAQUE EN SU PROPIO HOGAR

Tres sombras irrumpieron en su hogar, en la colonia San Marcos de Guadalajara. Tres hombres armados, tres verdugos que pretendían acallar su voz, sofocar su lucha. Pero Teresa resistió. Teresa no se dejó llevar sin pelear. En ese instante, el estruendo de un disparo rompió la madrugada y la dejó gravemente herida. Un impacto en la cabeza, la delgada línea entre la vida y la muerte.

UNA LUCHA QUE NO CALLA

Hoy, Teresa González agoniza en un hospital mientras su nombre se repite en plegarias y exigencias de justicia. Su historia no es única, pero sí insoportable. Las buscadoras de México, esas mujeres que enfrentan el abismo con las manos vacías y el corazón lleno de esperanza, siguen pagando con sangre el precio de su amor y su valentía.

El Colectivo Luz de Esperanza, al que pertenece Teresa, no callará. “La búsqueda pacífica de nuestros parientes no debe significar un riesgo ni un motivo para provocar sufrimiento”, claman. Pero la realidad en Jalisco es despiadada. La violencia se ceba con quienes solo quieren respuestas, con quienes se niegan a olvidar.

JAIME GONZÁLEZ MURILLO: UN HERMANO DESAPARECIDO

Jaime González Murillo desapareció el 2 de septiembre de 2024. Tenía 40 años y su familia lo vio por última vez en la colonia Centro de Guadalajara. Vestía una playera blanca y una bermuda beige, pero su ausencia ha dejado una marca imborrable en los corazones de quienes lo aman. Como señas particulares, tenía un lunar en el abdomen y una cicatriz en la cabeza del lado derecho. Su hermana, Teresa, se convirtió en su voz, en su brújula, en su única posibilidad de volver a casa. Día tras día, recorrió calles, exigió respuestas y enfrentó un sistema que suele dar la espalda a los desaparecidos.

Hoy, esa voz está al borde del silencio, pero la indignación ha crecido como un grito imparable. ¿Hasta cuándo? ¿Cuántas Teresas más tendrán que caer antes de que la justicia llegue?

La agresión contra Teresa no es solo un ataque contra una mujer. Es un golpe brutal contra todas las familias que buscan, contra la verdad misma. Y la verdad, por más que intenten sepultarla entre amenazas y balas, siempre encuentra la forma de salir a la luz.

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