LANOTA.– El motel al norte de Culiacán parecía un escondite perfecto. Aislado, discreto, sin preguntas incómodas. Pero lo que José Manuel Labrada Cárdenas, alias “Treviño”, no sabía es que las fuerzas de seguridad ya le seguían la pista.
El 3 de abril de 2025, un convoy de militares, agentes de la Guardia Nacional y de la Policía Estatal rodeó el inmueble en plena luz del día. Los testigos vieron hombres armados moverse con precisión quirúrgica, coordinando cada paso. El objetivo estaba claro: capturar a uno de los operadores clave de “Fuerzas Especiales Avendaño”, la célula criminal que servía a Los Chapitos.
Cuando irrumpieron en la habitación, Treviño apenas tuvo tiempo de reaccionar. Lo redujeron en segundos, junto a cuatro hombres más. En el sitio, las autoridades encontraron un arsenal digno de una guerra: fusiles de asalto, pistolas Glock, cargadores y cientos de cartuchos de distintos calibres.
ATAQUES CON EXPLOSIVOS Y CONTRA LAS AUTORIDADES
Pero la detención de Treviño no era solo un golpe a la estructura criminal, sino la confirmación de lo que muchos sospechaban: los atentados con explosivos que habían sacudido Culiacán no eran hechos aislados. Según las investigaciones, José Manuel no solo ejecutaba estos ataques, sino que dirigía operaciones de violencia directa contra las autoridades.
El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, fue el encargado de hacer oficial la noticia. “Treviño” ya estaba en manos del Estado. Pero la gran pregunta sigue en el aire: ¿Quién ocupará su lugar? ¿Quién moverá las piezas ahora que su nombre está fuera del juego?
El motel donde ocurrió la captura sigue resguardado por las autoridades. Las armas, los vehículos, las evidencias, todo está bajo investigación. Lo que queda claro es que este golpe no es el final, sino el inicio de una nueva lucha por el control de la violencia en Sinaloa.
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