Infarto acaba con la leyenda de “El Greñas”, uno de los fundadores del Cártel de Juárez

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Rafael Aguilar Guajardo, Rafael Muñoz Talavera y El Greñas.

LANOTA.–  Una tarde silenciosa en un hospital de Ciudad Juárez cerró el capítulo de uno de los nombres más crudos de la frontera norte. Gilberto Ontiveros Lucero, alias “El Greñas”, falleció a los 73 años víctima de un infarto, sin los fanfarroneos ni el estruendo mediático que acompañaron otros episodios de su vida. Su partida fue tan discreta como lo fue, en el ocaso, su poder.

DE BOLERO A NARCOTRAFICANTE

Nacido en 1952 en Villa Ahumada, Chihuahua, Ontiveros Lucero comenzó puliendo zapatos y construyendo muebles, pero pronto descubrió que su ambición podía llenar maletas de billetes. En los años 70 se unió al Cártel de Juárez, junto a Rafael Aguilar Guajardo y Rafael Muñoz Talavera, los líderes de la organización antes de la traición de Amado Carrillo Fuentes. 

“El Greñas” tejía su fortuna a base de tráfico de marihuana, que para 1985 ya superaba las 18 toneladas anuales hacia Estados Unidos.

LA CARRERA DEL MILLÓN

En 1986, la frontera fue escenario de su jugada más cinematográfica: organizó una carrera de caballos en Buenaventura, Chihuahua, apostó un millón de dólares… y lo perdió todo. Esa anécdota, repetida con sorna, reveló que hasta los capos tienen días de jugador torpe

Meses después, el secuestro y tortura del fotógrafo Al Gutiérrez lo llevó a prisión; cumplió dos años tras las rejas antes de ser detenido de nuevo en 1989 y pasar trece años en Puente Grande.

TRAS LAS REJAS Y LA EXPROPIACIÓN

Mientras él dormía entre rejas, el gobierno expropió sus palaciegas propiedades: un edificio destinado a hotel que se llamaría “El Palacio del César” y que se convirtió en el Hospital de la Mujer de Ciudad Juárez, tras ser expropiado por el exgobernador Fernando Baeza Meléndez.

“El Greñas” reclamó una indemnización de 80 millones de pesos por las oficinas y consultorios que atendían a miles cada mes, pero sus demandas sonaron más como el último poema de un hombre que acostumbró a escribir sus propias reglas.

UN IMPERIO DE RENTAS Y RETROCESOS

En marzo de 2007 recuperó su libertad; en diciembre de 2008, un tribunal le devolvió aquel inmueble y con él la vana posibilidad de reiniciar un imperio de rentas.

Décadas después, su presencia en los alrededores del hospital público era apenas un susurro: vivía de esos arriendos, evitaba cámaras y mantenía la mirada baja.

EL OCASO DE “EL GREÑAS”

Su última detención, en 2017, fue tras un altercado con una sexoservidora por un pago mal hecho. Defendió su honor con la misma fiereza de antaño y volvió a zafarse de la justicia. Pero aquella pelea reveló que el hombre que en su apogeo repartía órdenes letales, ahora solo repartía silencios.

Aquel infarto, implacable y solitario, le otorgó lo que jamás pudo comprar: un final sin escoltas, sin disparos ni azoro mediático. “El Greñas” se fue de este mundo como llegó: a ras de suelo, sin aplausos ni enemigos que lo aplaudieran. 

Con él se extingue un testigo de los excesos y la violencia que forjaron la Ciudad Juárez de finales del siglo XX. Su leyenda, por tumultuosa que fuera, descansa ahora en el eco seco de un corredor de hospital.

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