LANOTA.– La familia Yunes tuvo una semana movida. En apenas tres días, protagonizó dos escenas dignas de reality político: una cena convertida en riña en Polanco y un retén que terminó con escoltas esposados en Veracruz.
MIÉRCOLES 23: CENA DE ETIQUETA… Y PUÑOS
La tranquilidad de una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México se vio interrumpida la noche del miércoles 23 de septiembre, cuando el restaurante Velaria, en la avenida Presidente Masaryk, se convirtió en escenario de un escándalo protagonizado por el exgobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, y sus hijos.
De acuerdo con la usuaria Ana Pat Arteaga Massieu (@anapatam_mx), quien narró los hechos en X (antes Twitter), la familia Yunes sostuvo una pelea a golpes contra otros comensales, en medio de una velada que prometía vino caro y terminó en empujones.
“En una mesa de lujo, los Yunes y sus hijos… altaneros, groseros, con ese tonito de ‘yo mando aquí’ que ni a los meseros les perdonaron”, escribió Arteaga.
El ambiente se tensó cuando un grupo de tres clientes, uno de ellos abogado, se levantó para irse y llamó “traidor” directamente al exgobernador. La palabra bastó para que la elegancia se desmoronara.
Según los testigos, Yunes Linares y sus hijos respondieron con insultos y patadas por la espalda, en una escena que más parecía sacada de la Arena México que de Masaryk. Los meseros intervinieron “como bomberos”, mientras los clientes observaban atónitos cómo el restaurante se transformaba en ring de lucha libre política.
El caos fue tal que el personal tuvo que encerrar a los Yunes dentro del restaurante para dejar salir a los demás comensales. “Afuera los esperaba un ejército de guaruras”, relató Arteaga. Una noche inolvidable… al menos para los que sobrevivieron al susto.
VIERNES 26 : ESCOLTAS SIN PERMISO EN VERACRUZ
Tres días después del espectáculo capitalino, el apellido Yunes volvió a los titulares, pero esta vez a más de 400 kilómetros, en Boca del Río, Veracruz.
El viernes 26 de septiembre, elementos de la Secretaría de Marina y la Policía Estatal detuvieron a dos escoltas del senador Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del exgobernador, por portar armas exclusivas del Ejército sin el permiso correspondiente.
Un tercer integrante del equipo, apodado “El Rudo”, también fue arrestado por intentar impedir la detención. Ironías del destino: en la misma semana en que el padre lanzaba golpes en Polanco, el hijo perdía a su escolta “ruda” en un operativo militar.
La detención ocurrió durante un dispositivo de seguridad implementado por la Marina ante la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien el sábado encabezaría en Veracruz la conmemoración del 204 Aniversario de la Armada de México.
El convoy del senador fue detenido para una revisión rutinaria. Al pedir los permisos de portación, dos de los guardaespaldas no pudieron exhibirlos. Fueron arrestados y presentados ante la autoridad estatal.
El exgobernador preso Javier Duarte —viejo enemigo político de los Yunes— no dejó pasar la oportunidad de celebrar. Desde su cuenta de X, retuiteó una imagen de los escoltas esposados, acompañada de la frase: “Para que no se quede tan sólo en chisme”.
UNA FAMILIA, DOS ESCÁNDALOS, UNA SEMANA
En menos de 72 horas, los Yunes lograron lo que pocos: ser noticia nacional por razones distintas pero igual de reveladoras. Uno, por su temperamento en un restaurante de lujo; el otro, por el arsenal de su seguridad privada.
Padre e hijo, cada uno en su trinchera, encarnaron la versión mexicana del poder hereditario: el que grita al mesero y desafía al marino con el mismo aplomo.
Quizás por eso, la moraleja de la semana es sencilla: no importa si la pelea es en Polanco o el arresto en Veracruz, el apellido Yunes sigue demostrando que el poder, cuando se hereda, también se descompone.
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