LANOTA.– Era cuestión de tiempo. Las autoridades de Paraguay confirmaron la detención de Ángel Eduardo “N”, sobrino del exsecretario de Seguridad de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, por su presunta participación en una red de apuestas clandestinas. La operación internacional, que venía siguiéndose desde hace meses por diversas agencias, destapó una intrincada red que se extendía por Sudamérica y México.
Lo que parecía una noticia aislada en Asunción comenzó a adquirir otro matiz en México. Y es que Ángel Eduardo no es cualquier detenido, sino el pariente cercano de uno de los exfuncionarios de seguridad más cuestionados del sureste mexicano.
UN TÍO PODEROSO Y CUESTIONADO
Hernán Bermúdez Requena fue titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Tabasco durante gran parte del sexenio de Adán Augusto López Hernández. Su gestión fue marcada por acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilícito y señalamientos por posible protección a estructuras criminales.
En más de una ocasión, medios locales documentaron vínculos indirectos entre funcionarios de seguridad y grupos dedicados al robo de hidrocarburos, cobros de piso y protección a giros negros en Villahermosa y zonas cercanas. Aunque nunca se procedió penalmente contra Bermúdez, el manto de sospecha nunca se disipó.
La cercanía de Bermúdez con Adán Augusto fue también motivo de críticas políticas, especialmente en procesos internos de Morena, donde se le acusó de operar estructuras de seguridad para fines partidistas.
UNA RED CON TENTÁCULOS EN MÉXICO
La detención de Ángel Eduardo en Paraguay prendió las alarmas en México, donde autoridades federales ya habrían solicitado información sobre sus movimientos financieros y sus posibles vínculos con actividades delictivas en territorio nacional.
De acuerdo con las primeras investigaciones, la red de apuestas clandestinas operaba mediante plataformas digitales con vínculos en criptomonedas, apuestas deportivas ilegales y lavado de dinero, con tentáculos que podrían haber alcanzado zonas turísticas del sur de México.
La coincidencia de apellidos y vínculos familiares ha vuelto a encender los focos rojos en torno a la presunta protección política que habría permitido el crecimiento de estas redes sin intervención durante años.
EL SILENCIO COMO RESPUESTA
Hasta ahora, ni Hernán Bermúdez ni autoridades del gobierno de Tabasco han emitido posicionamiento alguno. El silencio se impone, como en otras ocasiones donde la línea entre la seguridad pública y el poder político parece desdibujarse.
En tanto, la captura del sobrino abre una nueva línea de investigación internacional y, quizás, la posibilidad de que finalmente comiencen a responderse las preguntas que durante años quedaron en el aire:
¿Quién protegía realmente a las redes ilegales en Tabasco? ¿Y hasta dónde llegaba el poder de Hernán Bermúdez?
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