LANOTA.- Era mediodía del sábado cuando una fuerte ráfaga de viento cruzó los cielos de Polanco. En el piso 21 del edificio ubicado en la esquina de Lord Byron y Rubén Darío, Ariela Alifas, una mujer de 40 años, intentaba instalar una sombrilla en su balcón. Minutos después, su cuerpo yacía sin vida en la plancha de concreto frente al inmueble, ante la mirada atónita de vecinos y transeúntes.
El viento, dicen. El viento que sopla entre los edificios de lujo, entre los ventanales y terrazas de los que dominan la ciudad desde las alturas, fue –según la primera versión– el culpable. Una corriente inesperada, potente, que habría empujado a Ariela fuera del balcón, mientras su esposo, Rafael Levy, observaba desde dentro.
UNA ESCENA CON MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS
A los pocos minutos, unidades de emergencia y patrullas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana rodearon el edificio. Los paramédicos solo pudieron confirmar lo irreversible: la mujer ya no tenía signos vitales. El área fue acordonada. Los residentes, muchos de ellos testigos indirectos de la tragedia, se asomaban entre cortinas cerradas y murmullos apagados.
La escena parecía de novela negra: un cuerpo caído desde lo alto en una de las zonas más exclusivas y vigiladas de la capital. Una sombrilla caída. Un esposo que, con voz entrecortada, declaraba que fue el viento. Pero algo no cuadraba. ¿Una mujer arrastrada por una sombrilla? ¿No hubo barandilla, gritos, intentos de sujeción?
EL BALCÓN BAJO LA LUPA
Peritos en criminalística de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX entraron poco después al departamento. Revisaron el balcón, la estructura, las sujeciones, buscaron indicios de lucha, de rotura, de violencia. También buscaron cámaras. ¿Hay video? ¿Captó algo la vigilancia del edificio?
Los vecinos hablaron poco. Algunos señalaron que Ariela era reservada, amable, y que solía pasar largas tardes en el balcón. Otros afirmaron que, en días recientes, había ten
siones familiares. “Lo del viento puede ser, pero aquí todo se siente… raro”, murmuró una residente del piso 17.
LA HISTORIA AÚN NO ESTÁ CERRADA
Las autoridades no descartan nada: pudo ser un accidente, una imprudencia fatal, un desperfecto en la estructura. Pero también investigan otras líneas. El relato del esposo, por ahora, es el único testimonio directo. No hay otros testigos. No hay imágenes claras. Todo, por ahora, son piezas sueltas de una historia aún incompleta.
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La carpeta de investigación sigue abierta. El edificio, mientras tanto, ha recuperado su ritmo habitual: empleados domésticos, autos de lujo, silencios largos. Pero el balcón del piso 21 sigue vacío. Y en Polanco, un nombre circula en voz baja: Ariela. La mujer que cayó desde el cielo sin que nadie pudiera, o quisiera, detenerla.
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