Culiacán: ¿Quién es Jesús “N” alias “Chuy” y su vínculo con el tráfico de cocaína?

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LANOTA.  El crepitar de las olas de violencia en Sinaloa se detuvo esta madrugada en un domicilio de la colonia La Campiña, donde agentes de la Secretaría de Marina, la Agencia de Investigación Criminal y la Guardia Nacional irrumpieron con sigilo y precisión. 

Su objetivo: Jesús “N”, alias “Chuy”, uno de los operadores más buscados del Cártel de Sinaloa, responsable de conspiración y distribución de cocaína hacia Estados Unidos, asociación delictuosa y lavado de recursos ilícitos.

LA CAPTURA QUE CAMBIA EL TABLERO

Desde hace meses, “Chuy” había logrado mantenerse en las sombras, cambiando de refugio cada pocos días y pasando desapercibido tras fachadas de negocios aparentemente legítimos. Sin embargo, detrás de esa discreción se escondía el engranaje clave de una red criminal que impulsaba rutas de trasiego de drogas de alta pureza, cerraba acuerdos con corredores de mercancía y lavaba millones de pesos en inversiones inmobiliarias y financieras.

La captura de “Chuy” no fue casual. Fue el resultado de una investigación internacional coordinada, en la que la Fiscalía General de la República intercambió información con agencias de Estados Unidos. Esa colaboración permitió trazar el minuto a minuto de sus movimientos: cada llamada interceptada, cada depósito bancario inusual y cada cambio de domicilio sirvieron para estrechar el cerco.

“Hoy damos un paso determinante para pacificar Sinaloa”, declaró Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, al anunciar la operación en su cuenta oficial de X. “Con esta detención, desarticulamos un eslabón fundamental de la estructura financiera y logística del Cártel de Sinaloa”.

HUELLA DE PODER Y PRÓXIMOS PASOS

Durante la revisión del inmueble donde fue arrestado, las autoridades hallaron más de medio millón de pesos en efectivo, armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas y dosis de cocaína listas para ser distribuidas. El arsenal y los recursos decomisados evidencian el nivel de sofisticación y músculo con el que operaba “Chuy”.

Para los vecinos, aquellos pasillos donde caminaba siempre cabizbajo y con escoltas disfrazados de choferes, hoy son escenario de un operativo sin precedentes. Algunos cuentan que las explosiones de balas y los helicópteros rompieron la calma del amanecer, pero rescatan el alivio de saber que uno de los artífices de la violencia acumulada en este estado ya no podrá actuar.

Ahora, “Chuy” enfrentará el proceso de extradición a Estados Unidos, donde deberá responder por la conspiración y distribución de drogas que, según las autoridades norteamericanas, alimentó rutas de muerte y adicción a lo largo de varias entidades del país vecino. 

Su traslado y eventual juicio serán vigilados de cerca, pues se trata de un detenido cuya red de cómplices aún permanece activa, y cuya desarticulación completa será el siguiente reto para las autoridades mexicanas y estadounidenses.

Este golpe estratégico —la caída de un operador de alto nivel— refuerza la promesa de pacificar al estado y reconstruir la seguridad en una región que, durante décadas, ha sido epicentro de un poderoso cártel. Sin “Chuy”, el Cártel de Sinaloa pierde no solo a un operador, sino a uno de sus principales tejedores de alianzas, rutas y dinero. Y eso, en el tablero de la lucha contra el crimen organizado, representa una victoria tan silenciosa como contundente.

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