Julieta del Río apuesta por el futbol como herramienta de reconciliación

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Copa por la Paz en Zacatecas.

LANOTA.- En un mundo donde las grietas sociales parecen ensancharse cada vez más, el futbol sigue demostrando que tiene un poder especial: conectar, sanar y transformar. Lo que ocurrió en Zacatecas, México, durante la primera edición de la llamada Copa por la Paz, es ejemplo de cómo el deporte puede ser más que competencia: puede ser política social efectiva.

No se trató de una final de campeonato internacional ni de un escándalo mediático. Fue algo más sutil, pero profundamente significativo: un torneo amistoso entre equipos históricos del fútbol mexicano —como Chivas, Cruz Azul y Pachuca— junto al equipo local Mineros de Zacatecas. Un estadio lleno. Familias completas. Niños con camisetas prestadas. Adultos mayores llorando por la emoción. Un evento deportivo, sí, pero también una apuesta por reconstruir la confianza ciudadana en un estado golpeado por la violencia y la desconfianza.

DE LA CANCHA AL TEJIDO SOCIAL

Quien cuenta esta historia es Julieta del Río Venegas, una mujer con larga trayectoria en el servicio público y defensora de la transparencia, quien hoy comparte una visión distinta del deporte: no como evasión, sino como herramienta de gobierno.

Para Del Río, la Copa por la Paz no fue sólo un cuadrangular de futbol, sino una experiencia compartida que reconectó a la ciudadanía con su identidad colectiva. Detrás del proyecto, señala, hubo una sensibilidad política poco común: la del gobernador del estado, quien apostó por esta iniciativa como una vía para recomponer el tejido social, en vez de recurrir sólo a discursos o estrategias de mano dura.

Y detrás de la idea, también, hubo una historia personal: la de Juan Carlos Enríquez Ávalos, exjugador de la Primera División y promotor incansable del deporte como factor de cambio. A él se le encomendó antes la coordinación del básquetbol en Zacatecas y logró revivir la pasión de miles. Ahora, con el balón de futbol como símbolo, quiso ir más allá.

RESISTENCIAS, LUCES Y LIDERAZGO

Como suele ocurrir con los proyectos que brillan, no faltaron los obstáculos ni las envidias. Del Río lo escribe con franqueza: en lugar de tender la mano, hubo quienes quisieron poner el pie. Pero también afirma que el verdadero liderazgo no necesita reflectores, sino visión y constancia. Y eso fue lo que mostró Juan Carlos: no pidió reconocimientos, sólo una oportunidad.

La historia, sin embargo, no termina ahí. A días de que se celebre la segunda edición de la Copa por la Paz, lo que parecía un buen evento se perfila como una política social sólida. Una forma de gobernar que invita a la participación, al encuentro, al orgullo colectivo. Una lección que trasciende Zacatecas y que podría replicarse en otras partes del país —o del mundo— donde la paz aún parece lejana, pero el balón sigue rodando.

LA PAZ TAMBIÉN SE JUEGA EN EQUIPO

La paz también se juega en equipo”, escribe Julieta del Río. Y no es sólo una frase bonita. Es una invitación: a creer en los otros, a confiar en el deporte como lenguaje común y, sobre todo, a abrir puertas en lugar de cerrarlas.

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