LANOTA.MX. El rugido de la multitud en la Plaza de Toros Alberto Balderas se mezclaba con el golpeteo seco de los cascos contra la arena. Era una noche vibrante en el Carnaval de Autlán de Navarro, una de las fiestas más esperadas de Jalisco. Entre jinetes y bestias desafiantes, la expectación crecía con el 4×4, el espectáculo donde solo los más valientes se montan en los toros más bravos.
Pero lo que nadie imaginaba era que, en cuestión de segundos, el jaripeo se convertiría en un escenario de controversia.
En el Carnaval de Autlán de Navarro en la Plaza de Toros Alberto Balderas, el viernes 28 de febrero a un jinete se le dio 50 mil pesos, según el anunciador de parte del señor de los gallos.
— JALISCO ROJO OFICIAL (@JaliscoRojo) March 3, 2025
A los vendedores se les hizo portar casacas con imágenes alusivas a el Mencho.@OHarfuch pic.twitter.com/i0WSGt3sOY
UN REGALO EN MEDIO DEL JARIPEO
Desde los altavoces, la voz del animador rompió el bullicio. Se dirigió a un jinete conocido como “Kikito” y, con tono ceremonioso, anunció una recompensa inesperada: 50 mil pesos en efectivo, cortesía de un personaje enigmático.
—Aquí en la mano tengo 50 mil pesos —proclamó el presentador— y el ‘Señor de los Gallos’ te los regala de todo corazón.
La plaza estalló en aplausos. Entre ovaciones, Kikito se quitó el sombrero, alzó los brazos y agradeció el gesto. Para el público, era un momento de euforia, pero para otros, la escena tenía un significado más profundo y perturbador.
“El Señor de los Gallos”, un apodo que en el mundo del crimen organizado resuena con fuerza, se asocia a Nemesio Rubén Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La implicación era evidente, pero nadie en la plaza parecía sorprendido.
EL SILENCIO DE LAS AUTORIDADES
En redes sociales, los videos de la entrega del dinero se viralizaron rápidamente, desatando un debate sobre la normalización del narco en las festividades locales. Más aún cuando, en los pasillos de la plaza, vendedores ambulantes ofrecían casacas con caricaturas del capo, como si de un ídolo popular se tratara.
A pesar de la magnitud del suceso, las autoridades guardan silencio. Ni un solo pronunciamiento oficial sobre lo ocurrido, ni sobre la presencia simbólica de uno de los criminales más buscados del país en un evento multitudinario.
En Autlán, aquella noche, la adrenalina del jaripeo se mezcló con una sombra ineludible: la de un poder que no necesita estar presente para hacerse sentir.
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